Por: Verónica Dalto |
Buenos Aires, (EFE).- El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha dejado claro que Brasil está de la vuelta al diálogo con sus vecinos de la región y fue recibido con calidez y aplausos en Buenos Aires, primero en visita oficial a Argentina y luego con la vuelta a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
El brasileño eligió Argentina para realizar el primer viaje internacional desde que asumió su tercer mandato el pasado 1 de enero, y fue recibido por el presidente Alberto Fernández, un correligionario y político con quien tiene una buena relación personal. Su presencia elevó el nivel del foro internacional que él mismo había ayudado a crear en 2010.
Ambos presidentes apostaron por iniciar una «nueva etapa» después de que el triunfo de Lula da Silva terminara con el mandato del presidente Jair Bolsonaro, que tuvo una mala relación con Alberto Fernández, y de que Brasil retornara a la Celac, de la que el presidente ultraderechista se autoexcluyó en 2020, por la presencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Y luego de la intentona golpista que sufrió el Gobierno de Lula da Silva, el 8 de enero pasado en Brasilia, la región se ha solidarizado con la lucha contra los partidos de una derecha fascista que emergen en el continente, un discurso que se ha repetido a lo largo de la visita oficial y la VII Cumbre de la Celac, que también rechazó los acontecimientos violentos en Perú.
En su visita, Lula defendió la presencia de Cuba y de Venezuela en el foro, a pesar de las denuncias de no ser países democráticos y por las violaciones a los derechos humanos, sumándose a la postura del Gobierno de Aberto Fernández, que fue sumamente criticada por la oposición argentina.
En el marco de esta VII Cumbre de la Celac, Lula se ha reunido con el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en su intención de restablecer las relaciones diplomáticas.
Un deseo que también expresó en su relación con Venezuela, pero la reunión con el presidente Nicolás Maduro, previsto el lunes último, se canceló porque el ‘hijo político’ de Chávez suspendió su viaje a Buenos Aires.
También se frustró la reunión prevista con la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, que iba a celebrarse en el Senado argentino, en un momento en el que la exmandataria (2007-2015) aluda a la existencia de «lawfare» (guerra jurídica) para denunciar las causas judiciales que enfrenta por corrupción.
Lula da Silva se reunió además con Mia Mottley, primera ministra de Barbados, país con el que Brasil quiere tener transporte aéreo.
Y también lo hizo con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, para conversar sobre cooperación y alianzas para la paz, y con el director general de la FAO, Qu Dongyu, para hablar de los esfuerzos para combatir el hambre.
Lula, quien ya gobernó su país entre 2003 y 2010, generó expectación en Buenos Aires por los anuncios económicos, que incluyeron el especial interés de Argentina en discutir la posible creación de una moneda común -el «sur»- para transacciones comerciales, que permita dejar de depender del dólar.
Brasil es el principal socio comercial de Argentina, y el propio Lula reconoció que el comercio bilateral entre ambos países era de 7.000 millones de dólares en 2003, subió a 40.000 millones de dólares en 2010 y ahora retrocedió a la mitad. Por ello prometió trabajar para relanzar la relación comercial.
La visita de Lula da Silva también abordó en el fortalecimiento del Mercosur -el bloque que reúne a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay- que enfrenta turbulencias por posibles acuerdos fuera del bloque entre Uruguay y terceros países, como China, asunto que la delegación brasileña abordará mañana en Montevideo, su siguiente parada, al otro lado del Río de la Plata.